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Divendres, 29 Març 2024

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El crimen del agua, el crimen del Mar Menor

21/06/2022
 

En los últimos años el Mar Menor se ha convertido en el paradigma de los males que sufre el medioambiente como consecuencia de los impactos descontrolados y desmesurados de la agricultura y la ganadería industriales. Lamentablemente no es el único lugar y cada vez hay más sitios contaminados por el uso indiscriminado de fertilizantes y excrementos animales, y nadie parece querer parar el problema con determinación.

La próxima vez que hablemos de sopa verde en el Mar Menor o en cualquier otro lugar de España, habrá que mirar a estos perfiles y pedirles explicaciones.

 Greenpeace quien esta detras del crimen del agua
 
 
 
 
 
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Durante años, en España se ha vivido una proliferación desmedida de regadíos y explotaciones ganaderas industriales que ha derivado en numerosas afecciones al medioambiente. Uno de los puntos donde más claramente se ha visto esta política ha sido en la cuenca del Segura y especialmente en la zona de influencia del Mar Menor. Allí, tras años de barra libre a la implantación de megainstalaciones de regadío y macrogranjas, la situación se ha vuelto tan insostenible que los vertidos derivados de estas actividades han prácticamente firmado la sentencia de muerte de la laguna salada más grande de Europa y la más representativa del litoral español.

El sector agrícola consume el

84%
del agua

que se consume en España

La ganadería consume

48.000
millones

de metros cúbicos de agua al año

En España, el sector agrícola es el principal consumidor de agua, con alrededor de un 84%. El resto se dedica para otros usos como el consumo de los hogares o el industrial. Este simple dato ofrece una magnitud real del problema y de su origen. Cabe además señalar que de la superficie cultivada, el 66% se dedica a la producción de alimentos para animales, lo que revela que la ganadería consume la friolera de 48.000 millones de metros cúbicos de agua al año, lo que equivale a más de 14 millones de piscinas olímpicas.

Y todo esto en un contexto de crisis climática en el que cada vez, según la ciencia, habrá menos precipitaciones, más olas de calor y, por consiguiente, menos agua disponible para un sector que no puede prescindir de ella bajo ningún concepto.

Cuando hablamos de agricultura y ganadería tendemos a meter en el mismo saco a todos los modelos productivos y eso lleva a conclusiones erróneas. No todas las explotaciones agrarias y ganaderas son iguales. No se trata únicamente de si practican una agricultura ecológica o no, sino del tamaño, tipo y forma de cultivo. Normalmente caemos en ese error pero no es lo mismo una finca de cinco hectáreas de olivo de secano que una de 30 ha de lechugas con regadío, por muy eficiente que sea el sistema de regadío, y lo llamamos a todo “el campo”. Y por supuesto no es lo mismo un agricultor o agricultora que gestiona ese olivar que la empresa, muchas veces multinacional, que gestiona la finca de lechugas, aunque también llamamos a todo el sector “los agricultores”.

En la cuenca del Segura, como sucede en muchas otras, muchos pequeños agricultores y agricultoras, así como las pequeñas explotaciones ganaderas en extensivo, se han visto abocadas a vender sus negocios o buscar agua cada vez más profundo, y muchas veces a incumplir la ley ante la imposibilidad de competir con las grandes explotaciones que acaparan los recursos.

El trasvase de todos los males
Agua procedente de pozos que rellena balsa de riego en Tobarra.
Agua procedente de pozos que rellena balsa de riego en Tobarra. ©Greenpeace/Pablo Blazquez

 

Aunque el trasvase del Tajo al Segura se creó con la excusa de que en el sureste español no había agua suficiente, la realidad es que con el paso de los años se ha visto que su impacto medioambiental, tanto en la cuenca cedente como en la receptora, ha sido muy negativo y su impacto económico se ha dejado sentir en un grupo muy concreto de empresas agrarias y ganaderas que han sabido acaparar la mayoría de los recursos sin importar demasiado el coste o el impacto de su actividad. Por contra, el coste económico negativo no se ha calculado pero se hará, aunque el coste de destruir un paraíso como el Mar Menor es difícil de calcular.

Además un estudio que realizamos en Greenpeace en 2017 ponía de manifiesto que la cuenca del Segura ocultaba entre 500 y 800 hm3/año de agua, y que podría tener un superávit de 200 hm3/año si se gestionaban correctamente las aguas subterráneas renovables; además de la procedente de desaladora y las aguas desalobradoras y recicladas, un proceso que podría hacerse en tres años hasta alcanzar la independencia del trasvase.

La situación que se vive actualmente podría considerarse surrealista, si no fuera porque es muy real y tiene una serie de implicaciones tan negativas para algunas personas y para un ecosistema único como el Mar Menor. La comunidad científica coincide en que la llegada continua de agua del trasvase al Campo de Cartagena ha provocado que el nivel freático haya aumentado hasta el punto de que es habitual que el agua brote en determinadas partes bajas porque no se filtra con la suficiente celeridad al mar.

El efecto del exceso del agua por el trasvase se ve en varios puntos por los que el agua que rebosa del riego se canaliza por ramblas como la del Albujón, que se supone debería estar seca salvo en momentos de fuertes lluvias pero que como Greenpeace pudo comprobar hace pocos días vertía agua al Mar Menor como si de un río se tratase. Además también llega la salmuera que se obtiene de desalobrar agua de pozo con alto contenido el sal, como la operación Topillo puso de manifiesto. En definitiva, la laguna recibe exceso de agua salada y cantidades industriales de fertilizantes que lo están literalmente matando con la proliferación de las algas que forman la “sopa verde”.

Exceso de agua con vertidos agrícolas en la rambla del Albujón, Los Alcázares.

Exceso de agua con vertidos agrícolas en la rambla del Albujón, Los Alcázares, el pasado mes de mayo. ©Greenpeace/Pedro Armestre

Pero ¿cómo se produce y perpetúa un modelo así? La pregunta encuentra difícil respuesta, pero en Greenpeace hemos analizado este emblemático caso de la mala, malísima, gestión en la Región de Murcia y hemos detectado los principales elementos que participan, desde las empresas hasta las administraciones implicadas y hemos destacado algunos ejemplos para llegar a una radiografía que describe el desarrollo de este fenómeno. En cuanto al trasvase, destaca un ente como el SCRATS (Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo Segura), que reparte el agua que llega de Castilla-La Mancha y que ejerce un poder inusual en la región, que es la principal exportadora de productos agrícolas del país, lo que la convierte en un caso paradigmático de “exportación de agua”.

No se trata de demonizar a una región como la de Murcia, porque el modus operandi podría extrapolarse con facilidad a muchas otras zonas del país donde la mala gestión del agua deriva en problemas medioambientales, como en el valle de A Limia en Ourense. En cualquier caso, la realidad en forma de sopa verde salta a la vista y es obvio que algo no funciona. El Mar Menor es la punta de un enorme iceberg que es el destructivo modelo agroindustrial.

21-06-2022

La cuenca del Segura y el increíble caso de la Región de Murcia

La gestión del agua se hace mal en muchas partes de España, pero la Región de Murcia es un caso paradigmático, por ser una autonomía donde la agricultura tiene un peso significativo. Da empleo a más de 70.000 personas y, por ejemplo, el 40% de sus exportaciones (a la UE28) son de productos agrarios.

En Murcia hay

13.000
hectáreas

más de superficie agrícola que en 2010

El

16,21%
del territorio

murciano está dedicado a la agricultura

En 2021 había 316.818 ha dedicadas a la agricultura (13.000 más que en 2010), con un crecimiento sostenido en prácticamente todos los cultivos que requieren agua, como las hortalizas, como demuestra que más de la mitad de la superficie de cultivos en Murcia son de regadío (183.499) según la encuesta sobre superficies del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación (MAPA). Dicho de otra manera, el 16,21% de todo el territorio murciano está dedicado a cultivos de regadío, lo que indica que Murcia sigue siendo la región que más superficie porcentual dedica al regadío en España, cuya media es un 7,77%.

El sector ganadero vive un fenómeno parecido, donde la “estrella” es el sector porcino (seguido del de aves de corral) que ha experimentado un crecimiento sustancial en el número de cabezas de ganado, paralelo a una reducción en el número de explotaciones, lo que explica una concentración e “industrialización” del sector. Así, según la misma fuente (citando al INE), en el año 1997 había en la región 1.475 explotaciones de porcino con 811.624 cabezas de ganado, mientras que en 2020 (última fecha disponible) el número de explotaciones se había reducido a 419 (INE).

Según los datos más actualizados sobre cabezas de ganado de 2021 de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente, el número había ascendido a 2.483.667, el triple que hace dos décadas. Teniendo en cuenta que cada animal consume al día una media de 20 litros de agua, hablamos de un consumo aproximado diario de más de 40 millones de litros de agua solo en lo que consumen los animales en el sector porcino, sin contabilizar toda el agua que se utiliza en la producción de los alimentos para los animales, que se lleva la inmensa mayoría.

Balsas de purines en la granja porcina de Cefusa, Grupo Fuertes

Balsas de purines en la granja porcina de Cefusa, Alhama de Murcia. ©Greenpeace/Pedro Armestre

La Región de Murcia tiene un clima semidesértico, con precipitaciones irregulares que, cada vez con más frecuencia, se acumulan en cortos periodos de tiempo en forma de lluvias torrenciales, y un sector agrícola sobredimensionado y sediento que cada año demanda al menos 854 hm3 de agua, una cantidad que no para de crecer y que con el actual sistema resulta insostenible. Aunque el acueducto Tajo-Segura abastece a zonas de Alicante y Almería, la mayor parte del agua se queda en Murcia. Durante años, la región ha alimentado la necesidad del trasvase argumentando la existencia de un “déficit hídrico” de más de 300 hm3 anuales (otras fuentes lo suben a 400 hm3 para toda la cuenca), un agua que no sería necesaria, según los datos disponibles por Greenpeace, si se aprovecharan de forma racional las aguas subterráneas renovables; se paralizara la expansión descontrolada de los regadíos industriales, y se elimina las decenas de miles de hectáreas de regadíos ilegales existentes actualmente.

Como veíamos anteriormente, en las últimas décadas se ha producido una concentración de las fincas, sumada a un aumento de las hectáreas de cultivo y del precio de las tierras, especialmente de los terrenos de regadío, lo que muestra la “buena salud” de la que goza la “Huerta de Europa” a pesar de las quejas constantes del sector, que reclama más agua de Castilla-La Mancha (cuyas reservas de agua se encuentran este año a menos del 40%) para seguir con la maquinaria actual de riego sin tener que apretarse el cinturón del agua ni tener que realizar una regulación seria de los cultivos.

En ese proceso de concentración de la tierra, en los últimos años se ha vivido la llegada de numerosas empresas extranjeras o la entrada de fondos de inversión y capital de riesgo que ven una oportunidad de rentabilidad participando o comprando empresas agrarias de esta zona de mucho sol, agua para dar y regalar y facilidades institucionales sin límites y una legislación muy permisiva. Algunas de estas empresas están especializadas en los mercados de sus países de procedencia y exportan toda su producción para reconocidas cadenas de supermercados del Reino Unido o Alemania, entre otros muchos países.

Buena parte de las producciones están vendidas antes de ser cultivadas, por lo que no se puede depender del tiempo, de hecho los grandes invernaderos de los oligarcas del campo están preparados para que no les afecte el agua de lluvia, ya que alteraría los ritmos de riego controlados y programados al milímetro que permiten optimizar la producción, y para ello, resulta muy interesante mantener siempre disponible el agua de calidad de Castilla-La Mancha.

 

¿Quiénes se apropian del agua y propician su mala gestión?

Tras analizar la gestión de la cuenca del Segura durante años, en Greenpeace hemos llegado a la conclusión de que para llegar a esta situación, hay una serie de elementos que son necesarios y que están perfectamente identificados.

Greenpeace quienes se apropian del agua y propician su mala gestion 

No es posible pensar en los peces muertos y demás seres vivos del Mar Menor sin pensar en todos los elementos que han propiciado su muerte y sin los cuales no se habría dado la situación. Quizás sea esta una de las claves por las que cuesta tanto que se ponga fin a los problemas del agua a día de hoy en España, porque todo está perfectamente enrevesado y no reestructurar la situación solo supone poner parches, como la ley de protección del Mar Menor (Ley 3/2020, de 27 de julio, de recuperación y protección del Mar Menor), que no contribuyen a cambiar las cosas: todo el mundo tiene algo que perder, aunque el medioambiente y la gente tenga mucho que ganar.

Greenpeace ndice

Es comprensible que quien invierte en agricultura en una zona y solo espera que esa operación le ofrezca rentabilidad durante unos años para luego marcharse no se preocupe demasiado del futuro, pero resulta más sorprendente que las personas que viven del campo y la clase política regional no se preocupen por el futuro de esa tierra y esos recursos como el agua, que está siendo literalmente destruida, matando así la gallina de los huevos de oro y quitando a las generaciones futuras la posibilidad de vivir de forma digna del campo.

Informació enviada per Greenpeace a Las afueras.

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