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Hola Maximiliano,
El email que hemos recibido hoy de nuestro compañero gazatí no ha sido un email más.
Mantener la entereza y la profesionalidad en estos dos años que lleva Israel matando a decenas de miles de personas, aniquilando familias enteras, arrasando barrios, reventando hospitales, colegios y demás salvajadas es difícil, pero es imposible no derrumbarse cuando recibimos uno de sus correos electrónicos.
Tras el alto el fuego de principios de año, pudo regresar a su casa (o lo que quedaba de ella) con su familia. Pero la tregua se rompió, y los ataques israelíes volvieron a arrebatarles lo poco que les quedaba. El ejército israelí irrumpió en su barrio y arrasó con todo lo que había. Incluida su casa. Huyeron bajo el fuego y las bombas con lo puesto y consiguieron refugiarse en casa de una de sus hijas.
Hoy, sobreviven hacinados en casa de su hija entre el miedo… y el hambre.
Compartir lo que está viviendo es una de las formas que tiene de seguir luchando. Y también la nuestra, Maximiliano. Te dejo aquí un extracto de sus palabras: -------------------- Vivimos una hambruna extrema. El hambre ha destruido hogares, ha hecho llorar a los ancianos como niños, y ha convertido el pan en un sueño.
Solíamos criticar la ayuda que lanzaban desde el aire. Era peligrosa e ineficaz. En algunas ocasiones, las latas lanzadas habían provocado víctimas mortales al caer. Pero resulta que era más compasivo que el método actual de distribución, que cada día se cobra decenas de vidas. Sí, en la Franja entra algo de ayuda, pero no cubre ni de lejos la enorme necesidad, y, además, lo poco que entra llega a muy poca gente.
Se nos parte el alma viendo a nuestros hijos sufrir por el hambre. No hay nada que permita sostener la vida. Vivir en Gaza se ha vuelto insoportable. Vivimos en la humillación y la degradación.
No me da vergüenza decirlo públicamente: yo, como mi familia y mis hijos, tengo hambre.
Digo la verdad tal como es. No podemos mantenernos en pie del dolor que provoca el hambre.
No somos débiles, pero la guerra nos ha roto los huesos y el asedio nos ha vaciado el estómago.
No somos mendigos. Somos personas con derechos. Somos gente de esta tierra.
Estamos sitiados. Nos están matando de hambre.
Digo lo que siento, lo que siente cada hogar en Gaza. Nuestros hijos tienen hambre, y estamos luchando por sobrevivir. Luchando por un bocado de comida. Luchando por la vida.
Soy un ser humano. Soy padre, hermano, vecino .Conozco el dolor de la gente porque lo vivo en cada momento. [...] Humillación. Desgracia. Muerte. Violencia. Sangre. Dolor. Duelo. Somos muertos en vida, envueltos ya en nuestras mortajas. No estamos bien. -------------------- Gracias por leer el testimonio hasta el final, Maximiliano. Sé que duele. Pero como te digo muchas veces, lo que no se nombra, no existe.
Y necesitamos que estas historias se conozcan si queremos parar este genocidio y llevar a los responsables ante la justicia internacional.
Porque nadie debería vivir así. Porque no se puede condenar a toda una población al hambre. Porque lo que está ocurriendo en Gaza no es solo insoportable: es un genocidio en directo.
Gracias por leer las palabras de nuestro compañero y gracias por ser Amnistía Internacional.
Un abrazo,
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Esteban Beltrán Director de Amnistía Internacional - Sección Española |
PD: Como habrás observado, no te he dicho cómo se llama nuestro compañero. Espero que lo entiendas. Lo omito en aras de su seguridad. Si el gobierno israelí le identifica, quizá no volveríamos a saber de él nunca más.
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