En estos días es generalizada la preocupación por la posibilidad de un apagón general durante este invierno. Esto refleja el miedo al desabastecimiento de gas fósil en España y en la Unión Europea, sin embargo un evento de estas características es improbable durante este invierno en España por varias razones: 

  • La primera es que tenemos suficientes plantas de generación de electricidad para abordar el pico de demanda que se avecina por el invierno. De hecho el récord de demanda instantánea se dió en 2017 (45.450 MW) y hay capacidad instalada para más del doble (109.070 MW);
  • Por lo tanto, también en caso de que se dieran apagones en otros países de nuestro entorno, España tiene capacidad de generación de electricidad suficiente para poder funcionar prácticamente como una isla eléctrica y auto sostenerse;
  • Y no es probable que haya desabastecimiento de fuentes de energía para alimentar a esas centrales de producción a lo largo del invierno. Las energías renovables siguen disponibles independientemente de las dinámicas geopolíticas. Y por otro lado, hay almacenadas en España unas existencias de seguridad de gas fósil equivalentes al menos a 40 días del consumo total nacional previsto para el invierno.

Sin embargo, el hecho de que un apagón sea improbable durante este invierno, no significa que todos nuestros problemas estén resueltos y que podamos seguir igual que ahora como si nada. 

¿Qué nos tiene que preocupar realmente?

Por un lado, el actual sistema energético basado en combustibles fósiles es el principal responsable de un problema muy real y de extrema gravedad: el cambio climático. Es trágico ver que los mismos gobiernos que anuncian en la COP de Glasgow sus promesas de reducción de emisiones siguen promoviendo la dependencia de los combustibles fósiles a través de multimillonarias subvenciones. Y no deja de ser surrealista que la preocupación mediática se derive hacia el riesgo de un hipotético apagón en vez de al cambio climático. Por otro lado, lo que hace vulnerable al sistema eléctrico es precisamente su dependencia de combustibles fósiles cuyo abastecimiento está en manos de terceros. 

La situación actual de tensiones internacionales y precios energéticos desorbitados nos muestra nuestra vulnerabilidad al retrasar la transición energética con su potencial de ahorro de energía y renovables. Ambos (renovables y ahorro) son recursos disponibles en cualquier lugar, cualquier persona puede ahorrar energía y autoabastecerse con renovables y son sostenibles. Además, la energía solar y la eólica son cada vez más baratas, mucho más que el carbón, el gas y la nuclear y su precio es previsible a lo largo del tiempo.

Pero la transición energética va demasiado lenta, atándonos a los combustibles fósiles, como el gas, caros, contaminantes y concentrados en manos de pocos países y corporaciones.

gas energia fosil

Las corporaciones que controlan el gas y la generación de electricidad con gas nos están vendiendo que su combustible fósil es la solución para mantener el suministro cuando es justo lo contrario. Depender del gas hace que nuestro suministro energético y su precio dependan de las decisiones de terceros países y de las corporaciones. El efecto perverso de retrasar la transición enerǵetica es que se está desatando una competencia mundial por un recurso escaso y contaminante que debería quedarse en el subsuelo como el gas cuando cada país tendría recursos locales y baratos para abastecerse coómo las energías renovables y el ahorro y la eficiencia. España depende energéticamente del exterior en un 89% mientras tenemos recursos para cubrir en su totalidad todas nuestras necesidades energéticas (http://revolucionenergetica.org/). Y encima, la dependencia del gas nos expone a facturas de la luz y del gas desorbitadas justo cuando las familias empezaban a recuperarse de la crisis por la pandemia del Covid. 

Lo mires por donde lo mires, el gas es un buen negocio para las corporaciones, no para las personas ni el planeta.

Por esto desde Greenpeace estamos pidiendo un cambio de modelo energético con un plan de abandono ordenado del gas fósil en España para alcanzar un sistema energético eficiente, integrado, 100% renovable y en manos de la gente antes de 2040. 

para que veamos reflejado desde ya en nuestra factura el hecho de que cada vez hay más renovables y más baratas en el sistema, hemos pedido al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico que los precios que perciben la mayoría de las personas usuarias en sus facturas de la electricidad (aquellas que tienen contratos de referencia PVPC) se fijen en su gran mayoría a través de contratos bilaterales con plantas de generación renovable (que son las más baratas). En el mercado mayorista (donde las tecnologías más caras, como el gas, fijan los precios) solo se compraría electricidad para los momentos en los que haya necesidades adicionales.

Aquí puedes encontrar nuestra propuesta.